domingo, 6 de septiembre de 2009

¡ Sirenas que no saben nadar ! (publicado y premiado)



Las caracolas de su cuello estaban fundidas unas a otras con la armonía que tienen las profundidades de su mar, una melodía que invade cada línea de agua sugiriendo un pentagrama de aventuras y azarosas danzas que componían su vida. La cascada se descolgaba por su pecho, insinuando el vuelo de dos gorriones alborotados por el latir de su corazón, quiso quitarse el collar nácar en muchas ocasiones, otras, sin embargo, creyó perderlo… esto perturbaba sus deseos, sus emociones, nunca predijo el tener que enfrentarse a pensamientos tan peligrosos y a la vez tan desesperadamente emocionantes.

Su cola era espejo de los reflejos que producían las plantas sagradas, una insinuante mezcla de colores que configuraban las escamas como plumas de un pavo real; se fue alejando entre las columnas de su mundo para enfrentarse a su propio destino.

La turquesa de su ombligo estaba dibujada con coral para alertar a todos aquellos que pretendían ahogar sus cantos ancestrales con la estela de su negro saber. En sus muñecas jugaban pulseras de zafiro y amatista que se trenzaban subiendo por su antebrazo para acabar en un cuello salpicado de algas plateadas más allá de la luna.

El agua seducia las hojas de mandrágora que tenia su pelo, tan largo como una madreselva enredada en un jazmín, henchido por la fragancia que desprende al salir a tu encuentro.

Adornaba su rostro con el fuego de sus profundos cristales, donde encerraba la ilusión que tiene el mar por seguir el contorno de su silueta, eternamente variable, eternamente invisible, sólo la altitud puede otorgar un limite preciso de su recorrido, de sus pasos, de sus intrigas hacia la roca que termina por ceder,luchando por cada uno de los cantos que le arrebata su fiel enemigo y su atroz aliado.

Sus labios salvajes mordian el deseo de aquellos que anhelaban la posesión de lo profundo, su boca arrastraba a la incomprensión del misterio, de su libertad…miraban y no veian.

En las profundidades del océano nada es igual, es un mundo hostil sí no se conocen los códigos que lo rigen, el agua no da seguridad como la tierra… en cambio te permite entrar en los orígenes de todo lo que existe en el universo. Las olas te mecen recordando la inexistencia del tiempo, las corrientes te impulsan hacia nuevos retos si te dejas llevar, pero si te resistes a su fuerza te destrozan con su incansable capricho.

Investigó los mares que surcaba, no quería ser una réplica de alguien que no existía más que en la imaginación, en las aguas que dejó atrás, para saber donde estaba la verdad, el sentido de sus mareas, que iban y volvían sin ningún tipo de lógica.

Las mil caracolas de su collar fueron cayendo, una a una, como bombas que surcan los laberintos de los cuerpos, las escamas de su cola se tornaron en erizos oxidados, los brazaletes de luna desaparecieron con los primeros rayos de sol para entender un mundo desolador, las hojas de mandrágora se transformaron en cicuta y el perfume que envolvía su alma se fue, por no querer descubrir quien era ella, desnuda frente a sí misma.

Las sirenas de la antigüedad cuidaban sus ojos con atropina, le otorgaba un colorámbar que dilataba sus cristales para poder ir más allá de las aguas que las envolvían, de esta forma navegó hacía el inconsciente, a todo aquello que guardamos y que esta presente en cada uno de nuestros actos, sin tan siquiera notarlo, podía ver los océanos de sus amados, siempre le habían contado que era un ser prohibido y maldito; la ignorancia del conocimiento es común en los mundos donde solo ven la superficialidad de la tierra, sin saber que la tierra es tan honda como nuestra mente, un abismo que supera a los océanos que rinden pleitesía a quién los sostiene.

Un arco iris la miraba protegido de un asfixiante negro, hacia donde se dirigía, no podía entender como la naturaleza creaba al unísono paisajes tan diametralmente distintos, ¿era un defecto de la creación ó simplemente la grandeza, la magia que se esconde en todo lo que conocemos e incluso en lo que no?

Los mares que componen nuestra mente son independientes a la vez que conforman todo un océano, una unidad de sensaciones que son desiguales e incluso antagónicas, son parte del equilibrio de nuestra naturaleza como personas de tierra y agua; en muchas ocasiones nos olvidamos que la imaginación es la parte más importante para sobrevivir en este suelo pantanoso.

Los cuentos de nuestra niñez han quedado sepultados en el interior del olvido,donde suplicamos que existan los héroes que han marcado nuestra infancia,que han sido origen de nuestra aventura… es ahora cuando gritamos - ¡ SIRENAS QUE NO SABEN NADAR! - caminaron con las desilusiones del tiempo y el espacio. Lo peor es que somos voluntariamente incapaces de enseñarlas a surcar las profundidades de nuestros pensamientos, simplemente creemos que nunca existieron...

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